Estimados lectores, les presentamos a continuación nuestro informe para la empresa agropecuaria correspondiente al bimestre pasado (agosto-septiembre). Esta es otra de nuestras formas de estar en contacto con ustedes, acercándoles la mirada de El Criterio sobre la actualidad del sector. Esperamos que sea de su interés.
Ganadería
Repunte de precios, mejoras en consumo y oferta acotada.
Durante agosto y septiembre, el negocio ganadero ha enfrentado varios factores económicos y climáticos, que no han provocado cambios significativos en comparación con los de los meses anteriores. Tradicionalmente en esta época, el volumen de terneros movilizados es bajo, lo que junto con el aumento de la oferta forrajera de primavera, suele presionar los precios al alza. Sin embargo, en el contexto actual el mercado no estaría reflejando esta tendencia, lo que podría atribuirse a la escasez y dispersión de lluvias en diversas regiones del país que están afectando la disponibilidad de pasto y por ende, la situación forrajera en general.
En el último mes, las categorías de vacas para faena han experimentado aumentos significativos en sus valores, alcanzando un incremento cercano al 25%, con precios que oscilan entre 1300 y 1500 $/kg, tras la eliminación de los derechos de exportación por parte del gobierno a fines de julio. Los expertos en mercados de carne prevén que los precios de la vaca se mantendrán debido a la menor oferta estacional y a la creciente demanda de China en los últimos meses del año. En cuanto a la carne de novillo, también se ha observado una reducción en las retenciones del 2.25%, aunque los precios han tenido subas muy leves, situándose entre 2000 y 2100 $/kg. En tanto el precio de los terneros, dependiendo de la calidad y el peso, se encuentra entre 2500 y 2600 $/kg, reflejando la situación del mercado en este momento, y el resto de las categorías se mantienen con niveles de precios estables.
Al igual que en la invernada, todas las categorías de gordo están perdiendo terreno frente a la inflación. Al 1ro de septiembre de 2024, el stock de hacienda en feed-lot se mantiene alto con 2 millones de cabezas, lo que representa un 5% más que en el mismo período del año pasado a pesar del contexto de sequía, lo que sugiere un escenario de oferta de carne considerable en los próximos meses. Sin embargo, el mercado consumidor sigue retraído (50 kg/hab/año), afectado tanto por la pérdida del poder adquisitivo de la población como por la intensa competencia de precios que ejercen carnes sustitutas más económicas, como el pollo y el cerdo.
La exportación de carne, aunque sigue activa, comienza a mostrar señales de que los menores precios internacionales y un cierto atraso en el tipo de cambio están afectando seriamente la rentabilidad. Se estima que el año terminará con unas 900,000 toneladas exportadas, un volumen considerable pero por debajo de lo que podría alcanzarse. Brasil, nuestro principal competidor, se mantiene muy activo en el mercado, ofreciendo precios en gancho que son hasta un 30% más bajos que los nuestros y con una menor dependencia del mercado chino.
Una preocupación adicional respecto a Brasil surge de la restricción impuesta por la Unión Europea, que prohíbe la compra de carne proveniente de campos deforestados desde 2020. El impacto de esta medida aún no está claro, pero se anticipa que generará ciertos \”ruidos\” en el mercado.
Sería un buen momento para que el gobierno considere llevar los derechos de exportación a cero para todas las carnes y no solo para ciertas categorías de vacas. El impacto a corto plazo podría ser limitado, dado que las retenciones no deberían aportar más de 200 a 250 millones de dólares al año. Sin embargo, esta medida podría aumentar la competitividad de la cadena, estimular inversiones, fomentar la retención de vientres y, en última instancia, incrementar el volumen exportado. Esto podría ser clave para mejorar la rentabilidad del sector en un entorno desafiante.
Agricultura
Comienzo de la gruesa, observando el clima y el precio de los granos
El panorama de la agricultura argentina se caracteriza por factores clave que influyen en la producción, la rentabilidad y las decisiones de los productores, como son el clima y los precios de los commodities.
La incertidumbre sobre si los precios internacionales de los granos han tocado fondo sigue presente y no hay consenso al respecto. Sin embargo, varios datos positivos han surgido recientemente. La anticipada baja de tasas por parte de la FED, los recortes de stocks del último informe del USDA y el inicio de un desarme en posiciones vendidas por parte de fondos han contribuido a un rebote en los precios internacionales, generando esperanzas de que lo peor ha pasado. No obstante, la reacción de los precios ha sido moderada e inferior a lo que muchos esperaban.
Por otro lado, las proyecciones de producción mundial y el aumento de stocks siguen apuntando a un panorama bajista. La cosecha de soja y maíz en EE. UU. avanza con rendimientos récord, lo que también presiona a la baja los precios. A partir de este mes, el clima en Sudamérica podría incrementar la volatilidad del mercado, y aunque los conflictos bélicos actuales no han tenido un impacto significativo, se especula que una victoria de Donald Trump en las elecciones de noviembre podría ser alcista, al no agravar la relación entre EE. UU. y China.
En el ámbito local, las distorsiones actuales (como el dólar “combinado”, el crawling peg y el dólar futuro) y ciertas expectativas económicas hacen que el mercado argentino esté desconectado del internacional. Con precios locales de cosecha y disponible por encima del precio de paridad, si el mercado internacional no muestra un aumento o se estabiliza y la brecha cambiaria se reduce, podríamos ver caídas en los precios locales.
La preocupación principal de los productores radica en el clima, que ya está impactando en la definición de número de espigas/planta y en las fechas de siembra de la gruesa. Aunque algunas zonas están más afectadas que otras, la inquietud es generalizada sobre cómo se desarrollará el clima durante la campaña. Por ahora, la fina viene desarrollándose excelente luego de las lluvias y aumento de temperaturas de agosto/septiembre, aunque se mantiene a la espera de que la situación hídrica sea la favorable para obtener una buena generación de granos. Algo similar ocurre con la gruesa, donde ya se largó en nuestra zona con la siembra de los primeros lotes de maíz y girasol, con la esperanza de que las lluvias acompañen.
La evolución de los cultivos y los rendimientos serán clave para mejorar la situación financiera de las empresas, especialmente en un contexto de costos en dólares en aumento.
La demanda de insumos sigue retrasada (15/20% con respecto al año anterior) y los productores esperan hasta el último momento para decidir el camino a seguir en materia de compras, confiando en que no habrá faltantes, a diferencia del año pasado. La reciente baja del impuesto PAIS ha tenido un impacto limitado, reflejándose principalmente en el precio de la urea, sin afectar significativamente los fertilizantes fosforados.
Por último, se espera una disminución en el área sembrada de maíz, con pronósticos que varían entre un 10 y un 20% menos, mientras que se anticipa un aumento en las áreas de soja, girasol y sorgo.
En resumen, la situación es compleja y muchos productores están a la espera de las lluvias para tomar decisiones cruciales.
Administración
¿En que andan las empresas?
La situación actual del sector ganadero y agrícola sigue marcada por un estado de pausa, que se ha mantenido en el último mes. Las empresas están a la expectativa de medidas o señales que mejoren sus rentabilidades proyectadas, y esa espera puede llevar a decisiones apresuradas en el futuro. Los productores están en un dilema.
Las posibilidades incluyen medidas del gobierno como una devaluación, algún tipo de dólar soja, reducción de retenciones, unificación cambiaria o una baja del impuesto País, que podrían mejorar las expectativas para la próxima campaña.
Además, existe la necesidad de liquidar el remanente de granos de la campaña pasada y de acelerar la compra de insumos para la próxima si se desea mantener la producción. Sin embargo, los precios internacionales han disminuido significativamente y aún no hay señales claras de recuperación, lo que limita la venta de esos remanentes y complica la planificación de cultivos
de la campaña gruesa.
El tiempo avanza y las ventanas biológicas para la siembra se aproximan. Las necesidades de caja hacen que se venda solo lo necesario y a cuentagotas, lo que puede llevar a decisiones forzadas.
Lamentablemente, parece poco probable que en el corto plazo se implementen medidas económicas o señales de mercado que cambien significativamente este escenario. La reciente baja del Impuesto País solo afectará los precios de los insumos una vez que se reduzcan los altos stocks del canal comercial, acumulados como resguardo ante la posible devaluación tras las últimas elecciones presidenciales.
La disminución de las retenciones en carnes, y la intención de mantenerlas en cero para la leche, se perciben más como un indicador de dirección que como una solución a corto plazo para los granos. Las afirmaciones del gobierno de que no habrá devaluación y la unificación cambiaria se alejan, especialmente sin un sobrante de dólares en la caja. La idea de un dólar exportación diferente al actual parece más una ilusión que una realidad cercana, y un aumento en los precios internacionales, aunque podría ser favorable, no parece ser un escenario inminente, especialmente con las buenas perspectivas productivas en EE. UU.
Este estado de pausa no solo afecta a los productores, sino que también se refleja en la economía del interior del país y en las industrias que dependen de este sector. Sin acciones concretas, la incertidumbre continuará afectando la planificación y las decisiones de inversión en el campo.
“El enfoque proactivo de un error consiste en reconocerlo instantáneamente, corregirlo y aprender de él”
S. Covey
Hasta el próximo informe.
Un cordial saludo.